Un aspecto del hobby que a veces agobia a los jugones es ese momento en el que notas que tu ludoteca se va descontrolando. Empieza a crecer más de lo que tenías planeado, a invadir otros espacios, o lo hace de forma rápida y poco planificada, y empiezas a ver que los juegos que usas nada o más bien poco se van acumulando en tus estantes. A algunas personas esto les llega acompañado de cierta sensación de culpa o de insatisfacción, ¡horreur!.
En un artículo anterior, y que puedes leer aquí, ya plantamos las bases de mi filosofía ludotequera. En mi caso particular, cuando hablo de ludoteca, hablo de un conjunto de juegos orientados al uso y cuya finalidad es ser jugados. Si no fuera así, hablaría de una colección de juegos, que son esos que me gusta conservar si o si y de los que no me voy a desprender en ningún caso. La mayoría de mis juegos conforman una ludoteca, pero tengo algunos favoritos que conforman una colección. A esas vacas sagradas de mi colección los voy a llamar “los intocables”.
El límite que puede alcanzar un conjunto de juegos, dijimos en ese artículo, es variable según la persona, y depende de factores como su economía y su espacio, pero en una ludoteca hay un tercer aspecto: la disponibilidad de tiempo para jugar del jugón. Porque si yo compro juegos para usarlos para jugar, el numero de juegos que mantenga en uso va a depender de mi disponibilidad de tiempo para jugar con ellos, y el tamaño global de mi ludoteca va a depender de cuantos juegos puedo mantener en uso. Simple y sencillo.
¿Está tu ludoteca fuera de control?